domingo, 20 de enero de 2008

UNA TARDE MÁS Y UNA DESPEDIDA




El intenso calor de las horas centrales del día, hace que la actividad disminuya en el Hospicio. Las chicas se dedican a labores en el interior de la casa. Algunas hacen su aseo personal, otras trabajan en un pequeño taller donde aprenden corte y confección o elaboran collares y pulseras.
Cuando el sol deja de calentar nuevamente vuelven al campo a segur segando el arroz o a regar la huerta o las plantas. Mientras, dos o tres de ellas comienzan a preparar la cena.
Les queda tiempo para jugar al badgminton. Se divierten lo indecible a pesar de que minutos antes estaban acarreando hazes o sacos de arroz.
Es la hora para que las cabras vuelvan al establo, al igual que las dos vacas preñadas, que si la cosa no va mal, en Enero darán a luz. Deben dormir bajo techo.
En esta época del año ( Octubre-Noviembre ), cuando el sol desaparece definitivamente, comienza a sentirse fresco, casi frío. Siempre nos dirigimos al interior a sentarnos en las escaleras, que desprenden calor, no en vano el sol se ha encargado de calentar durante todo el día.
Son momentos de recogimiento. Nos pegamos los cuerpos para sentir más calor. Nos divertimos. Intentan enseñarme nepalí o simplemente jugamos a hacer gracias. La más absoluta tontería les hace una gracia inimaginable. Los más pequeños continúan correteando y derrochando energía que parece interminable. Solo un par de horas más tarde, comenzarán a sentir la derrota y la cama les servirá de descanso, para que al día siguiente continúen jugando sin parar. Ni que decir tiene son bastante revoltosos y no pasa un día sin que se lleven algún castigo o mamporro por parte de las mayores.
La cena es rápida. Cuando todos y todas hemos terminado, comienza a sentirse el rumor de platos, vasos y cubiertos cuando son lavados. En menos de una hora la cocina queda reluciente: vasos alineados y platos perfectamente colocados. Todo se queda dispuesto para el día siguiente.
El ruido cesa. La cocina se cierra y todas terminarán en la sala de la televisión. Se sientan en la moqueta y dejan pasar los acontecimientos de la película, a reírse o sentir miedo o tensión o sentir envidia de los actores y actrices principales.
Siempre las he acompañado durante algunos minutos. No entiendo nada, paro me divierte verlas entretenidas.
Siempre soy el primero en irme a dormir. Nunca he conseguido saber a la hora que termina la película. Solo cuando a mitad de la noche me despertaba, sentía la tranquilidad del descanso de todas ellas.

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