domingo, 20 de enero de 2008

EL TIEMPO PASÓ



El tiempo pasó… las heridas se curaron, pero el recuerdo se mantiene.
Una vez más regresé a Nepal y muchas cosas ocurrieron. Nepal no vivía los mejores momentos.
Recuerdo la mañana del 20 de Octubre del 2002 en Backtaphur, una bellísima ciudad medieval, Patrimonio de la Humanidad.
El día es claro y se pueden contemplar los Himalayas desde la terraza superior del Golden Gate House ( un hotel familiar ) Hace calor, pero una ligera brisa y unas nubes pasajeras convierten el ambiente en una placentera atmósfera.
Estoy empezando a adaptarme después de un largo viaje.
El reencuentro con el país de mis sueños ha sido de tristeza por culpa del terrorismo. El turismo ha caído a unos niveles insospechados. Toda persona, todo negocio dependiente del turismo se han visto abocados a la ruina. Han cerrado pequeños hoteles familiares. Los grandes han tirado los precios. Precios que se cobraban en los años 60. Lo peor de todo es que la situación no tiene visos de solución.
Todas las gentes que han dependido del turismo están comenzando a desesperarse. Aún así mantienen la sonrisa. Pero es una sonrisa triste ¡que paradoja!. Su pregunta es : ¿Qué podemos hacer?
Lo presiento dentro de mí. Ya no dan la alegría que siempre demostraban.
Pasear por los lugares emblemáticos de las ciudades importantes hace sentir tristeza. Ha terminado el bullicio, se han terminado los buscavidas en las calles. Como la van a encontrar si ya no existe?. Los restaurantes están vacíos en espera de que alguien decida entrar y degustar las exquisiteces que siempre han sabido ofrecer.
En cualquier caso la desolación no ha entrado en sus casas. Su cultura, su forma de ver la vida, su paciencia, su idiosincrasia como pueblo que espera una solución, hacen que sobrevivan de la mejor forma.
Katmandú ofrece una imagen inusual. Una vez que se pone el sol comienza a escucharse el sonido metálico de los cierres de las tiendas. Los primeros son los que viven lejos. Los últimos los que viven en la misma tienda, de forma que sobre las 9 de la noche, la actividad desaparece hasta el amanecer del día siguiente.
Echo de menos la polución. Han desparecido los coches¡¡¡ Echo de menos a los vendedores de Bálsamo de Tigre. No se escucha más la cantinela de “change money”.
Siempre queda la esperanza que la situación previa vuelva a su cauce y al menos puedan vivir algo mejor.
El tiempo pasará y alguna luz se verá.
Dos días más tardes sería el día de mi cumpleaños.
La cena de cumpleaños la celebré con Smriti, que me estuvo contando todos sus problemas existenciales, de lucha contra una sociedad que no es de su agrado, especialmente su padre, que a pesar de ser joven y profesor de Universidad está anclado en las viejas costumbres de una ancestral cultura, como la nepalí
Una interesante conversación, en un día especial como mi cumpleaños, a la vez que pasaba mi última noche antes de salir hacia Kakarvitta.

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