domingo, 20 de enero de 2008

SMRITI, UN EJEMPLO PARA SOÑAR

Una de las personas que me siento en la obligación de alabar es Smriti.
Smriti es una enfermera, que cuando la conocí solo tenía 20 años. Desde ese momento presentí la dulzura.
Es una mujer simpática, bella, dispuesta a sobrellevar cualquier dura eventualidad y sobre todo dispuesta a ayudar a los desfavorecidos.
Su familia vive en las montañas del Himalaya, cerca del Valle de Katmandú, y he de creer que en su momento sintió la llamada de alguien para ayudar a estas niñas.
Su deseo y su lucha ha sido dar todo para que estas niñas desahuciadas tengan una vida feliz. Sonríe. No duerme. Ayuda a traer niños al mundo, en un lugar donde la luz eléctrica es una quimera y sobre todo comprende y ama a los más desfavorecidos.
Desde siempre quiso dedicarse a los enfermos/as de SIDA. No le importa nada más.
Su sueño es tener una casita donde acoger a niños/as portadores de esta enfermedad para ayudarlos s vivir.
Sé que con el cariño y los abrazos, muchas fiebres caen y muchos dolores de cabeza remiten. Y Smriti es la persona ideal.
Ha sufrido mucho con las ausencias repentinas de las niñas que han desaparecido para siempre, pero nunca ha caído. De las cenizas ha renacido.
Su abnegación es digna de admirar. Sus disposición no tiene parangón y su sonrisa permanente ha ayudado a muchas personas a tener una vida mejor.

En el 2001 se marchó a Inglaterra, para perfeccionar sus estudios y ampliar sus conocimientos en este campo.
Smriti no ha abandonado su país y ya está de vuelta casa. Ha preferido volver, a quedarse en un país donde se le hubiese solucionado la vida.
Ha vuelto a ser feliz.

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